Una vez má solo,
alejado de todo lo que soy
observo las nubes sobre el mar:
parecen arrancar del día que se va,
para dar paso a una noche de tristeza.
Es sábado 24 de noviembre
y ya son las 20 horas;
el frío llega a la costanera
y las almas enamoradas
comienzan a retirarse de estas arenas.
Soy el último en quedar...
como siempre acompañado de un par de hojas
y una lapicera congelada.
Entonces me pregunto:
¿dónde estarás que no apareces?,
si este lugar nos necesita tanto;
es que ya no quiero escuchar a las olas,
si no estoy contigo,
pues parecen burlarse de mi desazón.
No aguanto más esta sensación de soledad
que me tiene al borde del horizonte,
como el sol que ha caído detrás del océano.
Otra vez aquí,
alejado de todo lo que soy,
me parece escuchar tu voz dulce
acariciando mis recuerdos.
Y pienso que si tan solo
me dieras tu mano un segundo,
si tan solo fueras como la luna que me habla,
cuando desfallezco por las noches en mi playa,
lograría la felicidad que no encuentro.
Dame una hora para hablarte de caracolas,
sentados uno frente al otro ante la brisa
y a lo mejor comprenderás que no soy un loco,
sino que un simple hombre
que te quiere con humildad
y sin maldad en el corazón.
No te pido nada más.
Piensa otra vez en mi poesía y el eterno mar,
que soy un poeta sin remedio
y dime cuánto habla tu corazón sobre mí.
Házmelo saber con premura,
que tu barca se encuentra presta a partir.
Lee claro estas palabras,
que estoy pronto a morir sin ti
alejado de todo lo que soy
mi querida Luna en Fuga.
